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El mundo de Dylan Dog
por Paolo Ottolina
traducido por Ramon Aznar

Dylan (6k)
dibujo de G.Gentili
En un principio. Cuando en un gris Octubre de 1986 debutó una nueva serie firmada por un prometedor escenarista educado en Bonelli, Tiziano Sclavi, la historieta italiana por antonomasia era el "evergreen" Tex. Ahora, a 10 años del inicio de las publicaciones, precisamente esta serie, tras un breve período de anonimato, se ha convertido en el símbolo de un mundo en blanco y negro que se renueva y palpita. Pues sí, Dylan Dog representa LA historieta en Italia.; que los seguidores de Tex y amantes de otras series no la tomen conmigo, pero es innegable que la fama de Dyd ha sobrepasado con la fuerza de una marea invernal, los débiles límites de las viñetas, para llegar hasta las revistas, periódicos, merchandising, juegos de rol, videojuegos... también simposiums, debates, libros, ensayos y tesis de licenciatura. El rostro melancólico de un ex-bobby londinense aporta mucho dinero al editor, éxito y honores a su genial (y reservado) creador, sueños sangre y lágrimas a sus lectores.

Horror... Sangre, sobretodo sangre, al menos a nivel cuantitativo; sangre inocente, sangre azul, sangre ectoplásmica, sangre simulada. Sangre con cualquier tipo de salsa ya que, antes que cualquier otra definición, Dylan es una serie de horror. Con la revolución del pulp debida a Tarantino, las manchas rojas están a la orden del día en las narraciones (dibujadas o no), pero en los ´80 no existía aún esta atmósfera sangrienta. Ciertamente, con mucho habíamos superado los púdicos ´50, pero el primer elemento de ruptura de la nueva serie está en su temática, el horror. No un policíaco cruento, tampoco un "fantasy" sanguinolento, no, no, una sana y salpicante historieta de horror. Quizás por esto no se podía predecir la bomba-Dylan; quién puede estar interesado en en 96 páginas de serial-killer, asesinatos con todas las salsas, hachazos, cabezas que estallan, vampiros y monstruos de todo tipo. ¿Cuántos? ¿20.000-30.000 lectores? Venga, dejémoslo en 50.000 para ser generosos...

...non horror. Sin embargo, todos sabemos como ha ido. Soslayando (por ahora) toda consideración sobre calidad artístico / literaria de la serie, el razonamiento más simple es que probablemente era necesaria una historieta así. Eran necesarios sus "pastiches" cinematográficos y narrativos, era necesaria su ironía, poder hablar de todo fingiendo hablar de horror, se necesitaban historias tristes pero no desesperadas, hacía falta una historieta intensamente de autor al tiempo que popular.

Cara de Ruppert y otras caras. O bien los ingredientes del éxito, parte I.
El motor de la serie es obviamente el mismo Dylan. Todo es perfecto en él, desde la cara, la del (ahora lo saben todos, pero cuando empezó, cinéfilos aparte, ¿quién se dio cuenta?) actor inglés Ruppert Everett. No inspirada en Ruppert, Dylan es Ruppert. Preciso, tal cual. Un plagio, pero un plagio vencedor. Tez clara, cabellos negros algo despeinados, labios carnosos, ojos azules y melancólicos de guapo tenebroso. El resto lo ha puesto Sclavi, construyendo aventura tras aventura un personaje distinto a los demás, facilmente reconocible. Irónico y autoirónico, ingénuo e irreflexivo, impulsivo y romántico, con una sombra de tristeza aburrida (pero no depresiva), una vocación de héroe a la fuerza (o por amor) falsamente reprimida, un millón de vicios y de idiosincrasias y la irresistible tendencia a enamorarse...

El sexo débil: horror y amor. O bien los ingredientes del éxito, parte II.
Una de las "cruces", Dylan y las clientes siempre o casi bellísimas, siempre o casi dispuestas, pero el guapo Dyd, que hace soñar a las lectoras por su candor de adolescente enamorado, por su intrínseco romanticismo en su concepción del afecto, con el que se acerca al sexo débil. A años luz de un misógino como Zagor, pero también distante de un vagabundo del amor como el donjuán Mister No, Dylan vive en cada entrega su historia de amor eterno, antes de olvidarlo en el número siguiente y caer rendido por la fascinante doncella de turno.

El Universo de Dylan Dog. O bien los ingredientes del éxito, parte III.
A continuación viene todo los demás, todo lo que ha plasmado, ha vuelto a la série fascinante, más allá de su protagonista. Londres, de entrada, nunca una ciudad "real" ha sido tan falsa, en una historieta. La casa de Craven Road, n.7, una dirección ahora mítica para los fans italianos, más de lo que lo es Baker Street, n.223, para los amantes de Sherlock Holmes. El timbre de la puerta que hace "¡UAAARRGH!". El galeón por construir ya está acabado. El correo de los lectores más demencial, de las publicaciones italianas. El más paternal y humorístico de los comisarios, Bloch. El escarabajo matriculado "DYD 666". Jenkins, la señora Trelkovsky, lord H.G. Wells, el burócrata infernal Dos Cabezas, la esquelética muerte bergmaniana, lord Chester, Dylan que padece vértigos, Dylan que padece claustrofóbia, Dylan que no bebe alcohol, Dylan que interpreta "El trino del diablo" al clarinete, Dylan que no viaja en avión, Dylan que no soporta el barco, Dylan que deja seco al monstruo con una bala en medio de la frente, pero sólo si Groucho le ha tirado la pistola.
 


Un hombre llamado Marx (el mejor de los dos :-). En la página 11 del n.1 (Dylan aparece en la siguiente página, siendo esto un indicio de la importancia del personaje) "El alba de los muertos vivientes", un tipo bigotudo con la cara inolvidable de Groucho Marx, asoma la cabeza por la puerta y dice "¿Si?". Una de las pocas ocurrencias sensatas en su vida de historieta, pero se recupera pronto y no parará jamás

Groucho (9k)
Groucho en acción
(c) 1997 Bonelli

En el típico estilo humorístico de Tiziano Sclavi, basado en chistes, sin sentidos y juegos de palabras y sobre un principio cómico basado en la inversión de las expectativas, el tipo bigotudo igual a Groucho Marx roba el nombre al mejor de los Marx y resulta desde un inicio, algo más que un regalo divertido en las intrigas. Sclavi acierta desde la fase de construcción, con otro trazo fundamental de la saga; Groucho es desde un comienzo, uno de los motivos por el cuál vale la pena comprar DD; para algunos es El motivo primordial, como bien ilustra el corte "grouchista" de las cartas a la redacción. Groucho no es un personaje (de él sólo se sabe que es un ex-actor cómico que recientemente Dylan ha encontrado durante una manifestación pública), es sólo una función humorística ( a veces narrativa, por ejemplo, cuando salva a Dylan), todos saben que Groucho no es real, que es otra de las magias de Dylan Dog, y está bien así, aunque a la larga, su gestión resulta un problema para los escenaristas...

Sclavi (11k)
El retrato de Sclavi
que ha hecho famoso a Castelli

(c) 1988 Castelli
   
 

El otro Dylan: Tiziano Sclavi... Sclavi es sin ninguna duda, un autor. Autor en su acepción creativa, como artista que inventa y en su invención traslada su personalidad a sus própias creaciones. Si Dylan es una historieta de autor (con todas las ambigüedades de tal definición), lo es no porque sus historias sean bellas, sino porque las historias llevan la marca inconfundible de su creador y resultan inmediatamente reconocibles por su estilo, temática, ritmo, ubicación, personajes. Tiziano Sclavi, como sabe quién conoce aunque brevemente su biografía, ha causado un gran efecto en Bonelli con otras séries, Zagor, Kerry el trampero y Myster No, sobretodo. Es precisamente en las histórias del piloto del Amazonas, Jerry Drake, escritas por él, donde es más evidente la opción estilística que en Dylan podrá luego expresar con el máximo grado de personalización y libertad. La llegada de Dylan Dog a los kioskos, golpea al público con la potencia de una maza; su ambientación es triunfal, pero los escenarios firmados por Sclavi son casi todos unas pequeñas joyas. Un corte cinematográfico e ingenioso en los diálogos, gran ritmo en el enfoque de las viñetas, juegos de citaciones que cosquillean al más experto de los lectores, textos de apoyo abolidos (¡era 1986!) salvo en monólogos internos, letanías necrófilas que acompañan a muchos episodios en un "crescendo" angustioso, personajes tiernos, extravagantes o delirantes pero siempre vivos y jamás descuidados, el valor de resolver intrigas que son como infinitos juegos de "cajas chinas" ("Morgana" y "Historia de nadie", entre otras).

... y sus numerosas magias. Dylan no es una serie progresiva. El retorno recurrente y ocasional de ciertos personajes, es totalmente episódico. En el siguiente número, cada mes, se hace tabla rasa de los sucesos anteriores. Tal vez el número del debut es uno de los pocos cuya trama continúa (si bien de modo bastante oscuro) en historias sucesivas, creando un mini-filón familiar/edípico, que halla una conclusión en el n.100. La magia de Dylan Dog no se encuentra en esta saga. La magia empieza a brotar de la pluma de Sclavi enseguida, y no se detendrá durante años. "El fantasma de Anna Never", "Alfa y Omega", "Memorias del invisible", "Morgana", "Después de Medianoche", "Gran Guiñol", "La casa de los hombres perdidos", "El largo adiós", "Johnny Freak" (sea loado también el habilísimo Mauro Marcheselli), son otras tantas obras maestras que entran en el corazón de los lectores y en la historia de la historieta italiana. Otra historias (no todas de Sclavi) como "Goblin", "Caza de brujas", "Doktor Terror", "Más allá de la muerte", el reciente número del décimo aniversario, traen a la historieta popular de kiosko, con gran fuerza, temas sociales que consagran a Dylan Dog como una serie que sabe hablar en un lenguaje mucho más poderoso que el del horror, en el que podía haber sido confinado.

Pasado, presente, futuro. Para los aficionados desde el primer día, los incondicionales, para muchos de ellos Dylan ya está muerto. Sin embargo es la historieta que se compra aún, por costumbre o por coleccionismo; pero para aquellos, Dylan ha dado ya todo de si, y el de hoy es una tenue sombra de la obra maestra que fué. El que os escribe no es tan drástico, si bien una opción como la de Neil Gaiman para su Sandman (acabar con el n.75, porque los estímulos estaban agotados), no habría sido una mala idea para una serie como DD. Está claro que al editor, una idea de este tipo le parece como una blasfemia que no se llevará a cabo, ciertamente. El pozo al que recurrir para la temática de una historieta como Dylan, sin duda no es inagotable (a diferencia de otras series como Zagor o Nathan Never, por ejemplo); muchas situaciones (serial killer, monstruos deformes, transformaciones buenos/malos, la relación vida/muerte/no-vida...) han sido ya repetidas demasiadas veces y empiezan a oler a rancio. Sin embargo, el personaje, las comparsas, las posibles ambientaciones, tienen tanto hechizo y tanta potencialidad que hacen pensar en nuevas historias de absoluto valor. Historias distintas en su hechura, quizás sin la "poesía" que ha construido el mito Dylan, quizás menos "vanguardistas" y más rigurosas, historias por tanto para ser leídas sin prejuicios de valor ante un descenso de la serie, totalmente opinable. Hemos visto pasar historias óptimas como "La cárcel de papel" o "Hasta que la muerte no nos separe" y muchos se han encogido de hombros. La duda que me acosa es que , tal vez no es tanto (o no sólo) la calidad que haya bajado, sino la capacidad de asombrarse, de emocionarse, de entusiasmarse de los lectores que eran adolescentes, y ahora son hombres. También yo, a los 17, estaba embelesado por cosas que ahora veo, de nuevo, con mucha suficiencia....
 

 


 
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